¿Qué pasa cuando tiras de un extremo de la cuerda?
Simple. El otro extremo también se mueve.
Eso es lo que ha pasado durante los últimos años. El llamado “wokismo” se apoderó por completo de la esfera cultural mundial; cada serie, película o debate público estuvo orientado a machacar a la gente en aras de una sociedad más “igualitaria y diversa”.
Demasiada tensión a la izquierda de la cuerda, y el otro extremo se movió.
Y vaya que lo hizo:
- Trump regresó a La Casa Blanca.
- Milei gobierna la Argentina.
- Giorgia Meloni dirige en Italia.
- Johannes Kaiser crece en intención de voto en Chile.
Aquí pasa algo. Tú lo sabes, yo lo sé, las marcas lo saben mejor que nosotros.
De hecho, las marcas entienden mejor que nadie el nuevo contexto, que más allá de los discursos incendiarios de los políticos de turno, parece haber un genuino descontento con la crispación social de los últimos años aupada por las «marcas woke».
Entonces vemos a Amazon reduciendo lo que denomina “programas y materiales obsoletos”.
A Meta eliminando sus programas de contratación de candidatos “diversos” y relajando las políticas comunitarias de Facebook.
A McDonald’s desechando sus metas de diversidad.
A Walmart cerrando su centro de equidad racial, retirando la venta de productos con temática LGTBQ+ en su sitio web y eliminado el término “diversidad, equidad e inclusión” de sus documentos internos.
Y la lista de marcas globales que se suman a ese enfoque sigue y sigue: Boeing, Ford, Lowe’s, Harley-Davidson, John Deere…
La tendencia es clara: Baja la intensidad de las narrativas demasiado inclinadas al “wokismo”.
Este escenario nos obliga a replantearnos el rol de nuestras marcas dentro de la sociedad y la forma en que nos relacionamos con nuestras audiencias.
Pero ojo: No es que la inclusión, la sostenibilidad o la igualdad ya no sean temas importantes para el consumidor de hoy.
Se trata más bien de una cuestión de enfoque y equilibrio. Las marcas deberán seguir reforzando compromisos con estas causas, pero desde un ángulo menos gregario, menos polarizado y mucho menos arrogante.
Vamos, desde el sentido común.
En términos prácticos esto implica bajar la bandera de las minorías e izar la de los intereses comunes, servir al consumidor con transparencia, responsabilidad y respeto por la individualidad.
En resumen: “Back to Basics” como dicen nuestros vecinos del norte.
Una nueva relación marca / consumidor basada en un intercambio justo que tiene lugar en el marco de valores compartidos, y que deja por fuera ideologías que escapan por mucho de la realidad del grueso de consumidores.